De la carta a su hermano Giancarlo, que le hizo una cierta protesta por su decisión de entregar todos sus bienes al naciente Instituto y al Obispo. Elizabeth escribió el 1 de agosto de 1839.

Me complace pensar que lo he dejado todo; ¡es tan dulce dar cuando se ama! Y amo tanto a mi Dios, que está celoso de tenerme toda para Él. Me parece que no puedo evitar gastarme y consumirme, para devolverle un poco de lo que me ha dado. Cuando todo se enredaba, cuando el presente me resultaba tan doloroso y el futuro parecía aún más oscuro, cerré los ojos y me abandoné como una pequeña criatura en los brazos del Padre que está en el cielo.

Me complace pensar que lo he dejado todo; ¡es tan dulce dar cuando se ama! Y amo tanto a mi Dios, que está celoso de tenerme toda para Él. Me parece que no puedo evitar gastarme y consumirme, para devolverle un poco de lo que me ha dado. Cuando todo se enredaba, cuando el presente me resultaba tan doloroso y el futuro parecía aún más oscuro, cerré los ojos y me abandoné como una pequeña criatura en los brazos del Padre que está en el cielo.

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