De la carta a la Abadesa del monasterio de las Clarisas en Mondaino desde el Monasterio de las agustinas de Pietrarubbia:
« Imagínese ver a la mezquina y afortunada Elisabetta en una celda que le es tan querida y que es su Santuario, hecho solo para Jesús y para mí, y ella adivinará fácilmente las horas felices que paso con mi Amado. ¡Qué vacías serían nuestras celdas y claustros si Él no los llenara! Pero nosotras lo vemos a través de todo, porque Lo llevamos en nosotras, y nuestra vida es un paraíso anticipado. “¡La celda es algo Sagrado! recuerdo, Madre Abadesa, su expresión correcta; es un íntimo santuario destinado para él y su esposa; ¡y ahí estamos tan bien los dos! ” ¡Quisiera que todo mi ser callase y en mi todo adorase y así penetrar cada vez más y más en él y estar tan llena de él, de poderlo llevar a esas pobres almas que no conocen el don de Dios! ¡Que yo permanezca siempre bajo la grande mirada de Dios !…»