Del 29 de Abril de 1824 al 14 de Agosto de 1859
A los 37 años, el 29 de abril de 1824, Madre Elisabetta llega a Coriano:
En la hora vespertina, tan dulce y tan mística, en la que puse pie en el arca nueva, agradables voces llenas de fe y ardientes de amor me conmovieron hasta las lágrimas: en las oraciones de las alumnas que realizaban la jornada de estudio y trabajo, era un himno delicado, un incienso agradable.
Compró algunos locales de una casa propiedad del párroco de Valecchio y confió su dirección a Prudencia Uccellini, ya maestra en Ravenna, Cesena y Rímini “siempre en el ejercicio loable sostenido de enseñar a las niñas”. Con la ayuda de Antonia Mainardi comenzó su obra educativa el 27 de mayo de 1818.
Pocos meses después de la llegada de Elisabetta, el 16 de julio de 1824, comenzaron las obras de construcción de la Iglesia, la cual fue bendecida el 31 de mayo de 1825 y fue dedicada a María Santisima Dolorosa.
Desde el 15 de octubre de 1825 Mons.Obispo acordó poder conservar el Santisimo Sacramento y, dada la extrema pobreza de los comienzos, las hermanas se privaban también del aceite de condimento para poder mantener encendida la lámpara en el Santísimo (Origine e sviluppo, C. Giovannini, p.25).
De antiguas fotografías, la capilla tenía sobre el altar principal un ornato grande, que fue extraviado, en cuyo centro se encontraba la imagen de la Dolorosa.
Después de algunos meses el doctor Patrignani donó una imagen milagrosa que representaba a la Virgen de las Gracias. Las mujeres piadosas deseaban colocarla en una capilla con altar y comenzaron a rezar todas unidas. Fue así que su confesor, Don Macchini, ganó la lotería y decidió levantar la capilla por sus propios medios en el lado derecho de la iglesia.
Pero al separarlo del muro de donde provenía, la pintura cayó y se rompió. Un testimonio dice que Madre Elisabetta “recogió las cuatro partes en las que se rompió,… los reunió y nadie más vio las señales de la ruptura, por lo que todos gritaron ante el milagro.La querida Madre sentía una especial devoción por esta imagen; recurría a ella en toda necesidad y ponía bajo su protección a las niñas que llegaban al Conservatorio” (Positio p. 602).
Esta imagen aún hoy es objeto de particular piedad por parte del pueblo de Coriano.
Muy pronto quedó levantada la capilla de la izquierda, dedicada primero a Santa Filomena (la pintura que se encontraba aquí se conserva actualmente en el museo) y después al Sagrado Corazón.
Hoy, en esta capilla de la derecha, se encuentra el monumento con la urna de los restos mortales de la Beata Elisabetta Renzi, dedicado a ella el año de la Beatificación: el 18 de Junio de 1989.
El 28 de Octubre de 1896, se realizó la primera exhumación del cuerpo de la Beata y los huesos se colocaron en una urna de zinc, conservada en un nicho a la derecha de la nave principal de la Iglesia, adornada con el busto que representa a Elisabetta, ahora conservado en la planta superior de la casa.
Detrás del altar principal estaba el coro de las hermanas del que se abría la “ventana”, visible a la derecha del altar como rejilla justo encima del altar.
En lo alto de la pared izquierda de la Iglesia se puede ver también la reja de la habitación de Madre Elisabetta, através de la cual siempre podía ver el tabernáculo y rezar, tanto de día como de noche.
El edificio al principio consistía en un único edificio de dos pisos, de forma cuadrada, con vistas a la calle Malatesta. En 1525, había comenzado la correspondencia entre Don Gabellini y la Marquesa Maddalena de Canossa, fundadora de las Hijas de la Caridad de Verona, en previsión de la fusión del Conservatorio con el Instituto de la Marquesa. Se entretuvo algunos días “para tratar con el señor arcipreste y con otras personas el asunto de la fundación, que ya estaba en curso. Ella conoció dificultades casi insuperables”, pero aceptó “el desafío de hacer una experiencia antes de abandonar la obra” (Positio p.83). Después de una visita al conservatorio, escribió sobre nuestra Beata: Durante los motines de 1828 una imprevisible tormenta, a causa de infundadas calumnias, se abatió sobre el Conservatorio: Don Gabellini y la directora Fattiboni tuvieron que dejar Coriano; las maestras cayeron en una gran angustia y consideraron que la casa se cerraría, Así que cada una estaba pensando en cómo acomodarse. Elisabetta, después de consultar a la autoridad eclesiástica, a su madre y a su hermano Giancarlo, aceptó la voluntad de Dios, asumió la dirección de la obra, y con fe y valentía, se puso inmediatamente en acción para levantarla. La correspondencia con Magdalena de Canossa continuó hasta 1835, año de su muerte. Los contactos con el Instituto canosiano continuaron hasta 1837, año en que se interrumpieron sin que Elisabetta y sus compañeras lograran unirse a él. Los problemas por el Conservatorio continuaron. En 1831, durante los movimientos revolucionarios de la región Romagna, su director espiritual, don Francesco Macchini, estuvo encarcelado durante algún tiempo. Los liberales continuaron persiguiéndolo junto con el Conservatorio, y el 14 de julio de 1832, anónimos colgaron en las paredes de Coriano escritos difamadores. El municipio los defendió y organizó un juicio para encontrar a los culpables (Positio p. 108). En 1833 don Gabellini de Florencia le escribe a Elisabetta que iba a decidir vender la casa del Conservatorio. “Y ella quiso comprarla asumiendo todas las deudas de las que estaba agravada, y de las que pronto la liberó, comenzando por las más graves” (Origen y desarrollo de las Maestras Pías de la Dolorosa, págs. 41-42) empleando gran parte de sus bienes. Después de estas pruebas Elisabetta comprendió que era necesario crear una atmósfera de confianza y solicitar un intenso compromiso de vida espiritual. Por eso, desde Febrero de 1829, redactó un reglamento titulado Reglamento de vida que se prescribe a las Pobres del Crucificado reunidas en Coriano. Después de estas pruebas, Elisabetta comprendió que era necesario crear una atmósfera de confianza y solicitar un compromiso intenso de vida esiritual. Por esta razón, desde Febrero de 1829, redactó un reglamento titulado Reglamento de vida que se prescribe a las Pobres del Crucificado reunidas en Coriano. Aquí recuerda la necesidad del desprendimiento del mundo para vivir el espíritu de la cruz, indispensable para “mantener la conversación más amorosa con el Esposo divino y sentir su amorosa voz en la soledad y en el recogimiento de espíritu”. “Seria una cosa inútil y un engaño diabolico y permicioso, el deseo y la voluntad de estar entre las Pobres del Crucificado, cuando no existiera un mayor deseo de llevar una vida verdaderamente santa, con el ferviente compromiso de caminar felizmente en el camino no solo de los preceptos, sino también de los consejos de Jesucristo.
Se fue ampliando para poder contener, además de Madre Elisabetta y sus compañeras, que en 1825 eran casi veinte, también a las alumnas internas, las alumnas externas, la escuela de los telares (telas) “donde se aprende a tejer todo tipo de trabajos” y los lugares necesarios para una vida común.
El edificio fue casi completamente destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido como se ve actualmente.
Por testimonios sabemos que el ingreso de la calle en via Malatesta estaba en la misma posición y tenía más o menos el mismo aspecto. Detrás de la casa estaba el huerto con hileras de vides y olivos y un pozo para lavar la ropa.
En el centro del patio se conserva el ciprés que se cuenta fue plantado por la misma Madre Elisabetta.
COMIENZO FATIGOSO
La Canossa fue a Coriano el 30 de septiembre de 1826 y así se expresa: “Encontré una comunidad de ángeles. De mucho espíritu interior y que son de tal compostura y recogimiento en la Iglesia que me sirven de confusión y edificación”… “Allí encontré a doce hijitas reunidas en aquel pequeño convento de una piedad singular y todas con aire de paraiso”. (Positio p. 43)
“Entre el Señor y Elisabetta hay una efussión de amor mutuo, una donación reciproca tan perfecta, de tener por cierto que al poner pie en Coriano se estrechase entre la creatura y el Creador aquella unión que se mantiene en el cielo”
(Positio p.541).
A las calumnias de los acusadores se opuso también el alcalde de Coriano que, preocupado por la suerte del conservatorio, el 10 de junio de 1828 escribió una carta al obispo para que impidiera su cierre.
El 21 de junio de 1828 Elisabetta señaló a Magdalena la triste situación de la comunidad. En septiembre se dirigió de nuevo a Coriano y en esta ocasión aconsejó a Elisabetta que tomara la dirección “sacrificando por la gloria divina, al menos para entonces, el deseo que tenía de abrazar el Instituto, ya que sin ella no habría podido subsistir” (Positio p. 87).
Así escribió:
“Tenemos un triste presente…
Y por qué no esperar un mañana mejor?
Las grandes batallas siempre se han ganado de rodillas
delante de Dios: recemos!” (Positio p.541).
(…) El solo nombre de Pobres del Crucificado retiradas del mundo hace que uno conciba la idea correcta de lo que debe ser esta casa; es decir, una unión de almas fervorosas, separadas del mundo, unidas solo a Jesús Crucificado, e imitándolo por cuanto sea sea posible en la pobreza, en la mortificación y la caridad, buscando solamente de tener la más amorosa conversación con el Esposo Divino y sentir su amorosa voz en la soledad, y en el recogimiento de espíritu, donde ha prometido guiar a sus Esposas, para hablarles al corazón. Ducam eam in solitudinem, et loquar ad cor eius (Os 2,14: por eso, yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón).
[…]
Por lo tanto, cualquiera que desee poner pie en esta casa para ser Pobre del Crucificado y gozar de su amorosa conversación, es necesario que grabe en su mente tres máximas, y que examine sus fuerzas para conocer, si su voluntad está decidida a practicarlas, y diremos aún mejor si Dios la llama a este estado de Vida. La primera máxima es ésta, que hay que estar muerta al mundo; la segunda que hay que estar muerta a sí misma; la tercera, finalmente, que hay que vivir sólo para Jesús crucificado”.
ERECCIÓN CANÓNICA Y PROFESIÓN RELIGIOSA
De 1836 a 1839 hay otros intentos de unirse a las Maestras Pías de Roma siguiendo las sugerencias de monseñor Gentilini, obispo de Rimini, a través de don Benedetto Corbucci, hermano de don Vitale, y a través de Elisabetta misma a las Maestras Pías Venerini de Roma. Estos intentos fracasan.
Elisabetta escribe con frecuencia al Obispo para hablarle del estilo de vida de la comunidad, de sus preocupaciones, para pedir consejos o aclaraciones sobre cómo proceder; desea ardientemente vestir el hábito religioso y emprender un nuevo camino de santidad a través de la educación y la catequesis.
Excelencia Reverendísima
Aquí vivimos con la máxima sobriedad y nos contentamos con una libra de carne o pescado para quince personas. Sin embargo, sufro la amarga tribulación de ver las necesidades y no encontrar remedios. Pero todos, quien, por un lado, quien, por otro, sentimos el peso de nuestras cruces, y todos necesitamos buscar consuelo en Crucem Domini Iesu Christi, in quo est salus, vita et resurrectio nostra ( en la Cruz del Señor Jesucristo, en quien está nuestra salud, vida y resurrección – Gal 6,14).
El Aleluya está en casa, más alla del calvario! Doy gracias al Señor por haberme elegido a esta vida.
El 2 de Febrero de 1838 volvió a escribir:
Excelencia Reverendísima
[…] También me parece necesario protestar que no es el interés lo que me impulsa a desear tales medios, y no descuidar esas pocas diligencias que están en mis manos; sino sólo el deseo de que el Señor sea más honrado por medio de la educación de las niñas, y para corresponder a la vocación que el Señor me ha dado, y que ahora me parece ver cumplidas las promesas internas que despertaba en mi, que me proporcionaría los medios para cumplir los deseos que él mismo me sugería en el corazón, como siempre han sido, que hubiera escuelas en todos los lugares.
Oh cuánto bien debe redundar para su diócesis!
Oh cuánta necesidad hay de instrucción en los países, porque hay tanta ignorancia en las cosas de la fe! Sólo me horroriza mi insuficiencia, pero el Señor sabrá cómo proveer a todo.
El testimonio del profundo espíritu de fe y de humildad de la Madre resplandece de modo particular en los años 1838 – 1839 cuando por varias veces se le aplaza la fecha de la erección canónica y profesión de la nueva Familia Religiosa.
Excelencia Reverendísima
El pasado jueves recibí la venerada carta que Su Excelencia Reverendísima me envío, leída por primera vez de vuelo, me llevó a considerarla a los pies del Crucifijo no sólo, sino también ante el Santísimo Sacramento para bien ponderarla, y también para recibir el consuelo de aquel dolor, que me hizo saber la misma en que, después de haberse hecho pública la función que había de hacerse, anunciada ya por el párroco en el altar, y por la invitación hecha a todos los párrocos de este vicariato, y a las madrinas que debían acompañarnos, y al magistrado, las doncellas, Su Excelencia, no quiera concluir después tantos proyectos.
Me he quedado realmente sorprendida, y mucho más me arrepiento porque, según parece, de la carta antes citada, es mi culpa y estoy dominada por el espíritu de soberbia y de insubordinación. Puede ser, por desgracia, ya que el amor propio me puede engañar, y si para mortificar en mí este espíritu de orgullo conociera mi Superior, que fuera necesaria para mí esta humillación, bendeciría, incluso en medio de las lágrimas, las disposiciones del Señor, manifestadas por su medio.
Podría decir algo en mi defensa, pero no quiero hacerlo si mi Superior no me dice si es bueno o no que lo haga. Por último, ruego a la bondad de Su Excelencia que me diga cómo debo regularme de ahora en adelante… (Positio pp.182-183)
El hermano Giancarlo escribe a su hermana, expresándole un cierto desacuerdo por su decisión de entregar las instalaciones del Conservatorio al Obispo, invitándola en cambio, a mantener una parte para ella.
Querido hermano, no nos miremos demasiado a nosotros mismos. Nos gustaría ver, comprender… y no confiamos lo suficiente en Aquel que nos llena y nos rodea con su caridad. Juntemos todas las luces de la fe para subir a lo alto, a lo más alto. En el momento de la muerte, como en la extrema frontera que nos separa de la otra vida, veremos y comprenderemos la grande realidad de las cosas»
(Positio pp.184-185)
El 22 de agosto de 1839 Elisabetta firma el acto de cesión de las instalaciones del Conservatorio en favor de Mons.Gentilini.
El 26 de agosto el Obispo consiente la erección canónica del Instituto y el 29 de agosto, Elisabetta y diez compañeras pueden vestir el hábito de las Maestras Pías de la Dolorosa en la iglesia parroquial de Coriano.
Ellas son: Mainardi Mariantonia, Venerucci Maria, Onofri Teresa, Beccari Rosa, Ferri Maria Domenica, Brunetti Amasia, Brunetti Regina, Sabattini Rosa, Manzi Benedetta, Sambi Lucrezia.
“Cómo es bueno es el Señor! No encuentro palabras para expresar mi felicidad en la vida religiosa. Cada día más lo aprecio, aquí sólo está Él, Él es todo y a todo y a todas basta.”
MUERTE DE ELISABETTA
El 14 de Agosto de 1859, alrededor de las 8 de la mañana, Elisabetta murió en Coriano a la edad de casi 73 años.
El funeral fue un evento grandioso: y su cuerpo, no, no fue alejado de la tierra donde había consumido su martirio, del arca santa en la cual se disolvió del espíritu elegido. Tuvo un humilde entierro en la Iglesia del Conservatorio de Coriano…” (Positio pp.525-527)
«Pido perdón a todas por todos mis defectos y faltas. Recén por mí, adiós, hijas delictísimas, sean generosas con el Señor; las llevo a todas en el corazón y las bendigo… Nos encontraremos de nuevo allá arriba… Allá arriba… Allá arriba les diré nuevamente que estén agradecidas con el Señor. Su fidelidad sea su acción de gracias, porque si han recibido mucho, Dios les pedirá mucho, hijas mías….. »
A las ocho de la mañana la moribunda está en un completo, suave abandono en los brazos de su Esposo Crucificado! De repente susurra: “Veo.. ¡Yo veo!. ¡Yo veo!…” Y lo que quedaba de la vida mortal se perdió dulcemente en la vida eterna. Ella murió de aquella santa que era, y sus hijas de entonces quisieron aprender a morir bien, de ella que les había enseñado a vivir bien. Su hermosa alma habrá vuelto a encontrarse con los espíritus elegidos de sus queridas hijas que la precedieron … ¡Habrá besado prontamente la mano de la Reina del Paraíso, que al Paraíso llamaba la víspera de su gloriosa Asunción al Cielo! – “Su bella alma volo entre los Ángeles para hacer más alegre el Paraíso”, escribió a las desoladas hermanas el Excelentísimo Obispo de Rímini.