– Mi querido Jesús me ha hecho saber que no sólo en los bienes de esta tierra no puede nuestro corazón quedar satisfecho, sino tampoco con las delicias del Paraíso, sino sólo en el goce de Dios y de Su Sagrado Corazón.
Luego me hizo saber que, para llegar a este Santo Amor, era necesario reformar la voluntad, uniformándola a la de Dios, trabajando siempre con recta intención, siguiendo con la imaginación, en las diversas circunstancias de mi trabajo, todo lo que hacía Jesús.