San Agustín, en el curso de su itinerario de experiencia humana y cristiana, llegó a una intuición particular de la vida monástica, conforme al estilo de los Apóstoles y de la primera comunidad cristiana de Jerusalén… La Regla agustiniana es muy breve, esencial y concreta; desciende a los detalles sólo cuando es necesario, mientras que en muchos aspectos, después de haber dado las indicaciones básicas, deja espacio a la libertad, a la intuición y a la maduración de la Comunidad. Agustín, al esbozar las normas para sus monasterios, se inspira en las motivaciones bíblicas y eclesiales, para luego exponer toda su riqueza espiritual y su profundo conocimiento de las personas y de las diversas realidades de la vida humana. El resultado es una obra maestra de doctrina teológica, sensibilidad psicológica y experiencia humana equilibrada en la que el sentido común, la comprensión, la primacía del amor, la verdad y la justicia, junto con el respeto a la autoridad y la atención a las personas individuales, encuentran una maravillosa y armoniosa combinación. (Padre Marziano Rondina OSA)
Los monasterios de la orden agustiniana seguían y siguen la Regla agustiniana, escrita por San Agustín hacia el año 400.